En la rehabilitación ecuestre, el caballo, como co-terapeuta, aporta tres características específicas fundamentales:
Estas tres cualidades del caballo se convierten en los tres principios fundamentales de la equinoterapia y de su correcto manejo terapéutico dependerán los beneficios que obtendremos.
Cada uno de estos principios tiene un valor fisioterapéutico y uno psicoterapéutico.
El primer principio es la transmisión del calor corporal
El valor fisioterapéutico de éste radica en que la temperatura corporal de un caballo es de 37,2º C y puede subir después del movimiento hasta 38,8ºC Al ser mayor que nuestra temperatura se utiliza como instrumento calorífico para distender y relajar la musculatura y ligamentos, así como para estimular la sensopercepción táctil.
Para este efecto se monta sin silla, permitiendo que el calor se trasmita desde el lomo y los costados del caballo al cinturón pélvico y a los miembros inferiores del jinete relajando así los aductores, los músculos del muslo y los glúteos. La relajación y elongación de los aductores provoca una liberación del cinturón pélvico pudiendo recuperar así su posición vertical correcta.
Este principio también posee un valor psicoterapéutico importante y es un instrumento terapéutico en el área psicoafectiva, uniendo la temperatura corporal con el movimiento suave y rítmico del caballo, produce la sensación de ser mecido, generando sentimientos de seguridad, amor y protección. Trabajando sobre ésto se puede restablecer la autoconfianza, la autoaceptación y elevar la autoestima.
Aquí el valor fisioterapéutico esta dado por los impulsos que transmite el caballo por medio del movimiento de su dorso al cinturón pélvico, a la columna vertebral y a los miembros inferiores del jinete. Al caminar al paso se transmiten de 90 a 110 impulsos por minuto al jinete. Este movimiento hacia delante fuerza al cinturón pélvico del jinete a adaptarse con un movimiento basculante, los impulsos fisiológicos se propagan hacia arriba por medio de la columna vertebral hasta la cabeza provocando reacciones de equilibrio y enderezamiento del tronco.
El valor psicoterapéutico de este principio esta dado por el hecho de que la percepción corporal de los impulsos rítmicos y regulares provoca en el jinete una gran variedad de experiencias psicosensoriales que pueden aprovecharse con un adecuado manejo terapéutico. Los impulsos mueven el cuerpo del jinete, pero no solo el cuerpo, sino también todo su ser psiquico. La sensación de dejarse mover y de poder avanzar sin aplicar una acción propia, es un factor importante en la relajación psíquica y en la recuperación de la confianza primaria en si mismo y en el mundo que nos rodea.
El tercer principio es la transmisión de un patrón de locomoción tridimensional
El valor fisioterapéutico de este principio adquiere mucha importancia en el tratamiento de disfunciones neuromotoras como la parálisis cerebral o aquellos que no pueden caminar. En estos casos se entra en un círculo vicioso en el que no se domina la marcha por carecer de control de cabeza y de tronco necesarias; y esta estabilización se adquiere por medio de la práctica de la marcha - de aquí la importancia de la hipoterapia, ya que rompe este círculo vicioso al ofrecer el patrón de marcha en forma sentada. El jinete camina sentado, este patrón fisiológico se graba en el cerebro y con el tiempo se automatiza posibilitando su transferencia a la marcha pedestre.
En lo que hace al valor psicoterapéutico de este principio se ha observado que muchas disfunciones se expresan con fuertes angustias por el futuro, la capacidad para tomar decisiones y de ir tras metas previamente establecidas. La sensación de avanzar, caminar o correr hacia delante, directo, sin obstáculos que proporciona este patrón tridimensional ejerce gran influencia positiva sobre los estados psíquicos depresivos o angustiados.
Cuando el jinete se adapta al movimiento del caballo siente que puede confiar en el impulso hacia delante recuperando confianza en si mismo y en su entorno. Con la estimulación del libre movimiento del cinturón pélvico se puede inducir la liberación de emociones reprimidas y de bloqueos psíquicos restituyendo la vitalidad y el deseo de vivir.
EL VÍNCULO CON EL CABALLO
Los animales devuelven la sonrisa a una persona deprimida, estimulan el carácter social de una persona tímida y con bloqueos afectivos, ayudan a controlarse a una persona con problemas en el control de los impulsos, bajan la tensión arterial y relajan a las personas nerviosas. Y sobre todo ayudan a las personas a aceptarse a sí mismas tal y como son. Esto es debido a que los animales nos aceptan tal y como somos. Ya podemos ser gordos, delgados, altos, bajos, ricos, pobres, inteligentes o menos inteligentes, personas con éxito o sin él. Los animales nos aceptan e incluso nos emiten señales de ánimo cuando no nos encontramos en el mejor momento. Vemos entonces al caballo como una fuente de vínculos y potenciador de personalidades independientes.
En la equinoterapia es constante el contacto con el animal. El efecto positivo de los animales domésticos ya se comprobó en varios estudios por lo que en todo el mundo se intenta integrarlos en la vida de personas con diversos tipos de trastornos. El animal doméstico en general y el caballo en particular exhibe características muy positivas en el trato con el humano, como es la falta total de reacciones vengativas o rencorosas, el animal permite y busca el contacto corporal con el humano, entiende sin palabras, se expresa con gestos claros y directos, nunca rechaza a quien se le acerca amablemente y no conoce compasión, por lo cual tiene un comportamiento natural con cualquier persona. Todas estas características, importantes para el desarrollo del ser humano, son elementos básicos en la equinoterapia que utiliza un animal como medio terapéutico. El trato con los caballos adquiere gran importancia en el trabajo porque desarrolla cualidades socio-integrativas, como la comunicación análoga (no verbal), tolerancia, paciencia y sentido de la responsabilidad.
La interacción con el caballo desde el primer contacto y cuidados previos, hasta montar, desarrolla nuevas formas de comunicación, socialización, autoconfianza y autoestima.